martes, 6 de febrero de 2007

LA EDUCACIÓN COMO DERECHO HUMANO

Las personas con formación educativa
opinan, cuestionan y critican.
Eso las vuelve peligrosas
para los detentadores del poder.
Colaboración de José Enrique González Ruiz [1]


En la Constitución debe reconocerse la Educación como Derecho Humano

Con el neoliberalismo, se propagó por el mundo la tesis de que era urgente reformar a fondo la Educación. Se dijo que lo que se hacía en este ámbito carecía de pertinencia pues no se ajustaba a los requerimientos de la sociedad. En los hechos, esto se tradujo en privatización y retiro del Estado de responsabilidades educacionales con la población.
El argumento se basó en los planteamientos ideológicos de personajes como Milton Friedman, que postulan que, fatalmente y sin posibilidad de impedirlo, todo lo público se corrompe y se vuelve ineficiente. De esa forma, la educación se vuelve uno más de los servicios que deben ofertarse en el mercado, cuyo precio depende de la oferta y la demanda y que debe tener como premisa esencial la satisfacción del cliente.
Las teorías educativas anteriores al neoliberalismo se desprestigiaron al derrumbarse las opciones políticas diversas al capitalismo. La educación como derecho social fue desapareciendo de los textos legales de los discursos políticos. En pleno combate por las ideas, debemos replantear una concepción que ponga por delante la dignidad de la persona y sostener que no estamos frente a un artículo de comercio, sino ante un Derecho Humanos.
De esa forma, lo educativo adquiere las características de integralidad y se suma a otros elementos que deben estar a disposición de cualquier ser humano, más allá de su situación política, económica, racial, religiosa o cultural.
Las elaboraciones que existen en torno a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que son inseparables de los Civiles y Políticos, se deben incorporar a las disposiciones legales en nuestra nación. Respetando por supuesto nuestros rasgos identitarios y nuestra tradición educativa.

El neoliberalismo daña la educación

Comenzó a aplicarse con el señuelo de la modernización Desde el poder se propaló la versión de que los sistemas educativos públicos habían perdido viabilidad y que era indispensable modificarlos de raíz, eliminando incluso algunas de sus partes “más dañadas”. La responsabilidad del fracaso de la educación pública fue adjudicada a los estudiantes y a los profesores, no a quienes han definido las políticas educativas. Los ideólogos del neoliberalismo hablaron incluso de una “revolución educativa”, con lo que daban cuenta de lo lejos que pretendían llegar. Su fuente de inspiración fueron los dictados del Banco Mundial, que caracterizó a la educación como un “bien privado”. A partir de ahí, se fue construyendo el mercado educacional en nuestros países.
Los retrocesos dieron inicio con la aplicación de planes de austeridad, que trajeron drásticas reducciones a los recursos aplicados a tareas educacionales.[2] Se debilitó deliberadamente al sistema educativo público, con lo cual las instalaciones y los equipos se demeritaron, se promovió el pago de aportaciones por los padres de familia, se cancelaron proyectos de investigación que no se ajustaran a los dictados oficiales y decreció la capacidad adquisitiva de los trabajadores del sector. Pero no fue éste el mal mayor.
Lo que más afectaron las políticas neoliberales fue la autoestima de los agentes educativos, pues las continuas reprobaciones que emiten los organismos evaluadores los somete el desprecio social. Al restarles aprecio por sí mismos, se les preparó para admitir las evaluaciones externas.
Continuará...

[1] Coordinador del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Doctor en Ciencia Política.
[2] Esa tendencia continúa hasta nuestros días, como puede verse con la propuesta de presupuesto que para el 2007 presentó el gobierno del usurpador Felipe Calderón. Sobre la base de privilegiar la “seguridad”, propone que se recorte el gasto destinado a la educación superior y a la cultura. “El recorte afectará áreas y proyectos sustantivos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), de los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH), de Bellas Artes (INBA) y el Mexicano de Cinematografía (Imcine), las compañías de danza, así como los canales Once y 22 de televisión”. La Jornada. 7 de diciembre del 2006, página 4a.

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