lunes, 14 de agosto de 2006

Diariamente...

...en un diario local, se publica un instante de la vida de la cual soy testigo.
Instantes de vida que en su mayoría, se encuentran en situación crítica y complicada.
Cuando entré al mundo de la información impresa, me di cuenta que existía ese otro lado de la vida real, esa que no existe en el entrañable y cómodo salón de clase.
Conocí a personas que, sin tener un grado de doctor, me enseñaron y me enseñan más que los intensos y disciplinados – no todos – profesores de clase.
De todos esos libros de lectura recomendados en mi plan de estudios, nunca aprendí más estando atenta al escuchar a la gente.
Esas voces, plasmadas en los libros teóricos de comunicación, se hacen latentes cuando con pena e inseguridad, coloco la grabadora de reportero en boca de otros.
Las memorias que se plasman diariamente en mi cerebro, corresponden al grado de atención, paciencia y comprensión que pongo sobre ellas.
Alguna vez, sentada en alguna plaza del centro histórico de San Luis, observaba a la gente meditando que la vida, es sólo un instante y que no tendría nada de qué preocuparme porque no tengo nada qué perder.
Lo expreso así por el aliento que me da ver a cada abuelo vendiendo dulces en la calle, caminando pacientes y esperando, todavía, algo de los otros.
Me alienta cada mujer adulta que veo pepenando en el Tiradero de Milpillas, recogiendo basura entre esos montes grandes de desperdicio que genera la ciudad.
Me compromete ver, cómo existen profesores que aún, con todo y limitaciones, siguen luchando por sus derechos laborales.
Admiro, a los hombres que construyeron esta ciudad, los comuneros y ejidatarios que tienen el compromiso de preservación y arraigo por su tierra.
Valoro a cada hombre vendedor de alfalfa caminando solo por la calle. Melancolía ver a un niño jugando y vendiendo, sucio, al mismo tiempo.
Hierve la sangre, ver a trabajadores y obreros gritando por sus derechos y repudiando al patrón opresor, tanto a jóvenes vigorosos como adultos, de pelo cano.
Así también, en gran medida, admiro a los jóvenes que salen a las calles y se organizan.
Empatía y solidaridad con las mujeres solteras y jóvenes comprometidas que aún tienen tiempo para reconstruir un futuro mejor para los suyos.
Venero a las mujeres y hombres postrados frente a un juicio legal después de tantos años de defender sus tierras, defender sus derechos, defender lo que es suyo.
Comprendo la vida, cuando recuerdo que en medio de un lugar sin servicios básicos y en medio de una mancha verde de vegetación, en la periferia, lejos de la mancha urbana, centenares de personas y arraigadas a su espacio, viven, comen, duermen, respiran y aman.
Río y me sorprendo de mi caminar, cuando sentada frente a una computadora, recuerdo tantas cosas y sucesos que hoy por hoy me hacen vivir y amar la vida con mayor intensidad.
Así como recuerdo situaciones y personas, por las cuales vale la pena respirar, así un odio desmedido contra otras, pero pese a que vale la pena tomar una postura radical hasta el atrevimiento conciente de desaparecerlas, no tendría caso desperdiciar este escrito que como milagro e intensión salió de ésta diminuta e insignificante desmemoriada.

::: m :::
"Encuentros" /Foto Montserrat Balcorta
Monte Caldera/Cerro de San Pedro
pd. no sabes cuánto te recuerdo...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mundo de contrastes, donde lo siemple nos recuerda que complicados somos, la gente nos enseña que triviales y frívolos hemos llegado a ser y como podemos aprovechar la vida siendo felices con pequeños detalles

Memoriaz de Corazón dijo...

Si amaury, lo triste es que la velocidad y el cambio que diariamente trasforma nuestro entorno nos hace olvidar miles de memorias que nos dieron origen... un abrazo!

Anónimo dijo...

Eso me recordó a una rola de U2, donde expresa quelas calles no tienen nombre, no se porqué pero me vi caminando en una gran avenida con la trasformación sugerida del fenomeno globalizador.
Muy chido escrito, cumplió su función.
Nos estamos viendo, te visito desde Pachuca.

Andrea Alvares.

Anónimo dijo...

Pues yo digo que este mundo no puede cambiarse, y es solo un instante cuando nos sentimos así. Después de la reflexión lo que comunmente hacemos es sentarnos a ver televisión, o meternos a chatear, o acostarnos o equis, lo que sea, pero nunca salimos a la calle a trasformar este mundo, que desde mi humilde opinión, lo podremos hacer nunca. Solo hay que ser buenos hijos, estudiantes, buenos civiles y cívicos y participativos con las necesidades de la gente, de otra manera, no podremos incidir socialmente en este mundo echo pelotas.
Nos vemos compa... pensamiento de combate femenino!
besos.
Beto, mexicano que vive en Chile, añoro mi país.

Anónimo dijo...

si reflexionamos o no, no vamos a hacer nada y a este mundo se lo va a cargar la chingada, de mi se acuerdan señores!!!